Cuenta Ovidio...

Cuenta Ovidio que Júpiter, cansado del néctar y la ambrosía del Olimpo, y también un poco harto de escuchar a todas horas la lira de Orfeo, decidió darse un paseo por la Tierra.

Tomó la apariencia de un pobre vagabundo y comenzó a pedir asilo y comida en todas las casas que encontraba. Pero nada... nadie la atendió. Por fin... llegó a una humilde casa, la más pobre de las que había encontrado... Era de un matrimonio de edad avanzada.

El matrimonio no sólo le dio cobijo al Dios, a pesar de no saber que era una Dios, claro ... sino que puso ante él todo cuanto tenían: aceitunas, una col, algo de fruta... Fue entonces cuando les contó que él era Júpiter, Dios del Olimpo... y como agradecimiento a su amabilidad les concedería todo lo que ellos quisieran.

La petición de la pareja, ¿sabeis cuál fue?...

"No consientas que ninguno de los dos quede sólo ni un solo día. Concédenos morir juntos".

Y pasó el tiempo... hasta que un buen día en que la pareja - ya los dos muy viejecitos - estaba recordando la felicidad de su vida, el amor que siempre se tuvieron... cada uno se dio cuenta de que el otro se iba llenando de hojas.... Después una corteza los recubrió.

Apenas tuvo tiempo él de decirle: "adiós, querida compañera, y gracias por tu amor", porque nada más salir esas palabras de sus labios, los dos se transformaron en árboles ... ya estaban juntos para toda la eternidad, porque el roble y el tilo ya tenían un solo tronco.